sábado, 21 de marzo de 2009

QUE ES EL AMOR SEGUN LA CIENCIA


Guadalupe Hemestrosa

PRESENTACION
Hola amig@s,
Qué es el amor según la Ciencia de Og Guadalupe Hemestrosa nos hace reflexionar en torno a nuestros parámetros culturales y qué tan animales podemos seguir siendo pese a creernos erróneamente, desde la Alta Edad Media, cosa especial de la creación.

No tengo ningún comentario, ninguna cita como en otras presentaciones sino simplemente la certeza que la visión de la Ciencia es siempre la más iluminadora en temas que por tratar del cuerpo emocional del ser humano a veces se vuelve hasta tabú.

Que disfruten el resumen y ojala lo comenten conmigo y les ayude en algo.

Atentamente,
Periodista, Escritor y Teatrista César Chupina
Embajador Cultural de la PazGuatemala, C.A.


¿Que es el amor?
Para la mujer los vínculos son fundamentales opina la socióloga Susana Finkel. El hombre tiende a poner más energía en el trabajo. Desde el punto de vista biológico, el amor dura el tiempo suficiente como para asegurar la descendencia. "El amor -opina Finkel- es un proceso que crea a lo largo de los años diferente tipo de vínculos, siempre que se tenga la madurez de dejar que estos se desarrollen."

Investigación entre suspiros
Intangible, brutal, dulce, cruel, profundo, leve, caprichoso, fatal, placentero, imprescindible, doloroso, imposible, irremediable: cada uno puede definirlo según le fue (o le va) en el mercado del corazón. Es que el amor es una bestia esquiva, un gato mañoso que se resiste a que la ciencia le coloque el cascabel. Que quede claro: no estamos hablando del amor por los hijos o los padres, ni del profundo vínculo entre hermanos. Tampoco del que sienten los abuelos por sus nietos ni del cariño que crece entre los amigos. Nos referimos, en cambio, al amor romántico, al amor de pareja, ese incendio que comienza con las llamas arrasadoras de la pasión y puede terminar en las frías cenizas del olvido o en un reconfortante fueguito que arde tranquilamente por décadas y décadas. Entonces, ya de acuerdo con el tema, vayamos a un “múltiple choice”.

¿Qué es el amor?
Un gesto del alma, una reacción de la química cerebral, una conducta impuesta socialmente después de tantos años de telenovelas o una enfermedad, como canta Andrés Calamaro? ¿Ninguna de las opciones anteriores? ¿Todas?
Desde que el mundo es mundo han corrido ríos de lágrimas, rimmel y tinta, y el amor sigue allí, imperturbable, misterioso y cruel como un dios pagano. Y aunque muchos prefieren conservar la incógnita -tal vez por temor a que con sus secretos se pierda la magia-, desde hace unos años varias disciplinas científicas tratan de disecarlo, de ponerlo bajo el microscopio, de obligarlo a entrar en clasificaciones y postulados. Y después de numerosas expediciones al país del romance, los investigadores han logrado elaborar un mapa de su turbulento territorio.

El amor es un bicho raro
Uno de los primeros intentos por analizar a esta extraña criatura fue el de Ellen Berscheid, de la Universidad de Minnesota (Estados Unidos), quien en 1974 había logrado un subsidio de ochenta y cuatro mil dólares para estudiar científicamente, desde el punto de vista de la psicología, el amor romántico. Pero un senador, en campaña para reducir el gasto publico, uso su caso como un ejemplo del despilfarro injustificado que ocurría en los organismos dedicados a la investigación. "¿Tantos miles de dólares para estudiar el amor? –se indignaba-. Por favor, ¡es una frivolidad!".
El incidente, que incluyo el despido de varios colegas, amenazas de muerte y gran cantidad de debates, terminó favoreciendo el estudio del amor romántico. La tormenta que levantaron las restricciones presupuestarias mostró que había muchos investigadores seriamente interesados en el tema y que varios grupos ya trabajaban en el.
Lo primero que se ha aprendido después de dos décadas de estudio es que el amor es bastante variado y que ninguna disciplina podrá hacerlo entrar en su campo de acción con exclusividad.
Psicología, etología, sociología, neurología, antropología: si bien todas tienen algo que aportar, sus enfoques resultan demasiado estrechos y siempre se les escapa una parte del complejo rompecabezas.
Se sabe, por ejemplo, que hombres y mujeres se enamoran con igual pasión. Pero los varones lo hacen más rápidamente; las mujeres, en cambio, tienden a mezclar mas ingredientes pragmáticos en el caldo del romance. Susana Finkel, socióloga y coautora con Viviana Gorbato del libro "Amor y sexo en la Argentina", marca otras diferencias: "Para la mujer, los vínculos, en particular el amor de pareja, son fundamentales, y funciona como la guardiana de la relación. El hombre tiende, en cambio, a poner mas energía en el trabajo".
Ataca a cualquier edad: se enamoran con la misma intensidad chicos de cuatro años y abuelitos de ochenta y pico. Tampoco hace diferencias entre grupos étnicos o estratos sociales: todos caen bajo el influjo de su melodía hipnótica. El amor es para todos.
La sensación general de los "especialistas en amor" es que el amor romántico podría resultar tan solo un truco de la evolución para garantizar la procreación y la cría de los descendientes: serviría para mantener unida a la pareja durante el tiempo necesario para cumplir con estas obligaciones vitales. Puede ser, dirán los amantes, pero se trata de la más dulce trampa jamás urdida.
Los estudios antropológicos parecen dar la razón a esta teoría utilitaria. En uno de ellos se investigo la presencia del concepto de amor romántico en ciento sesenta y seis culturas distintas (se lo buscaba en el folklore, en los relatos sobre amantes, en las recetas de pociones eróticas). Se encontró clara evidencia de la existencia del amor romántico, tal como lo conocemos los occidentales, en casi noventa por ciento de los pueblos analizados. En otros términos, esto significa que el amor -ese de los suspiros y las cartas encendidas- no es un invento occidental reciente sino que esta bien enclavado en lo profundo de la naturaleza humana.
Aun así, muchos académicos insisten en que nació en la Edad Media, bajo la forma del amor cortés, cuando los trovadores suspiraban por doncellas inalcanzables que los espiaban desde las torres de los castillos almenados. Sin embargo, muchos textos mas antiguos tienen referencias a esta pasión que se lleva el tiempo y la energía: el Cantar de los Cantares (escrito por el rey Salomón hace unos tres milenios) y el Kama Sutra indio (que acusa mas de dos mil) son buenos ejemplos.
En muchas culturas existen formas de amor romántico que se superponen al matrimonio arreglado de antemano. En el Japón antiguo los enamorados a quienes sus familias querían casar con otros solían recurrir al suicidio ritual o shin ju para escapar de un matrimonio sin amor.
En las comunidades poligámicas de Kenia, por ejemplo, la primera esposa se elige por cuestiones prácticas. Si el bolsillo da para mantener más mujeres, las siguientes serán opciones del corazón. Entre los aborígenes de Australia era común que los casamientos se arreglaran entre los padres sin participación de los interesados. Pero con la difusión de la cultura occidental y su estimulo al amor romántico, los chicos encontraron una buena excusa para negarse a cumplir con las ordenes de sus mayores y formar pareja según sus impulsos.
Además, si se les raspa el barniz de la modernidad, las técnicas de seducción y los gestos asociados al cortejo son los mismos entre los integrantes de las tribus amazónicas que entre los yuppies de una megaciudad. Instintivamente, durante el flirteo todas las mujeres sonríen a su candidato y levantan sus cejas, para luego entornar los párpados, bajar e inclinar suavemente la cabeza y desviar la mirada; a menudo se cubren parte del rostro y se ríen nerviosamente. Los varones, por su parte, se plantan sacando pecho y elevan el mentón, lo que les da un cierto aire de superioridad: están listos para competir por la hembra.

El amor es una molécula
Si el amor romántico se encuentra tan enraizado en la sociedad humana, sin duda tiene sus claves biológicas y mecanismos moleculares que aseguren su aparición. ¿Qué procesos químicos subyacen en su dulce aguijón? En principio, la elección de la persona amada tiene bastante que ver con el olor y con la percepción de sustancias inodoras (feromonas) emanadas por la piel del otro. Estas feromonas tienen efectos fisiológicos impresionantes en el receptor. En las mujeres, por ejemplo, las feromonas masculinas pueden llegar a alterar el ciclo menstrual.
Una vez establecida la elección, empieza el proceso de enamoramiento: el corazón se agita cuando la posible media naranja se acerca –a veces, en los casos desesperados, con solo pensar en el o ella-, las pupilas se dilatan, empiezan el sudor, los sonrojos, los temblores...
Los síntomas del amor se parecen bastante a los del estrés. No es por casualidad: los caminos bioquímicos de ambos fenómenos son casi idénticos.
Ocurre que cuando nos enamoramos, nuestro cerebro empieza a fabricar chorros de una sustancia llamada feniletilamina (FEA), muy emparentada con las anfetaminas. Sus efectos estimulantes no tardan en hacerse sentir y ahí nomás empiezan los suspiros, la taquicardia y los sofocones varios. Pero este estado no es eterno: poco a poco, el cerebro se acostumbra a recibir estas dosis de la molécula de amor y necesita cada vez mas para generar esas sensaciones agradables. Y es justo entonces -unos meses después del flechazo- cuando el romance comienza a marchitarse y se cae de la rosada nube del enamoramiento al duro piso de la realidad.
Entonces entran a jugar otras moléculas de la química cerebral, las endorfinas, responsables de los sentimientos de confianza y comodidad, paz y placer. Estas sustancias serían las responsables de la continuidad del amor, de su afianzamiento, de la estabilidad del vínculo de pareja. En este baile químico también participa la oxcitocina, hormona cuya función mas conocida es estimular las
contracciones del útero durante el parto, la secreción de leche y los mimos maternales. Pero ahora se sabe que durante el orgasmo su nivel se quintuplica: los científicos sospechan que esta sustancia impulsa a los enamorados a acariciarse y abrazarse, tal como hacen las madres con sus bebes.
Con esta estrategia química, la naturaleza se asegura que las parejas duren por lo menos cuatro años, tiempo suficiente para establecer el vínculo, engendrar un hijo, parirlo y destetarlo (el ciclo puede alargarse a siete años si durante el amamantamiento sobreviene un segundo embarazo). Cumplido este lapso, la pareja puede separarse y cada uno de ellos iniciar un nuevo proceso de enamoramiento con otro individuo. Y la rueda de la vida vuelve a girar.
Aunque en la actualidad se espera que los matrimonios continúen "para toda la vida" (un gran numero lo logra), este ciclo biológico se revela también en las estadísticas, que señalan el cuarto año como el pico de los divorcios. Y también por algo se habla de la "comezón del séptimo año". De hecho, la prestigiosa antropóloga Margaret Mead estableció, estudiando sociedades primitivas, que el modelo de pareja humana no es monogámico ni poligámico sino un sistema de "monogamias sucesivas".

El amor es una calle de dos manos

Intrigado por la similitud de los síntomas del amor, el estrés y la ansiedad, Arthur Aron, un investigador de la Universidad de Santa Cruz (Estados Unidos) ideó un experimento bastante particular. Hizo cruzar a un grupo de varones voluntarios por un puente bastante inestable que colgaba sobre un precipicio de casi cien metros de profundidad, mientras que otro grupo utilizo un sólido puente de cemento. A la salida de ambos puentes, los hombres eran entrevistados por una atractiva asistente del doctor que les tomaba algunos datos y les daba su número telefónico, diciéndoles que podían llamarla si querían conocer mas detalles del estudio.
Los resultados fueron muy interesantes: las llamadas de los integrantes del grupo que experimento la ansiedad y el miedo de un puente colgante fueron cuatro veces mas frecuentes que las de quienes cruzaron el puente seguro. Aunque la asistente no siguió adelante con las experimentaciones y no se conocen las verdaderas intenciones de esos contactos telefónicos, para Aron esta claro que cierta dosis de ansiedad y excitación (aun externa a la pareja) estimula a los varones a interesarse en una dama.
Otros estudios establecieron que el flechazo resulta bastante probable al vivir o trabajar cerca de alguien que se considere atractivo. También son importantes la posición social del potencial compañero y su capacidad de satisfacer las necesidades (desde afectivas hasta intelectuales) del otro. Pero uno de los factores más importantes es la reciprocidad, es decir, el hecho de gustarle a la persona que nos gusta: en la mayoría de los casos el amor corre por un camino de dos direcciones y las respuestas positivas del otro aceleran el proceso.
Una encuesta realizada entre más de mil quinientos hombres y mujeres de los Estados Unidos, Rusia y Japón comprobó que los factores que pavimentan el camino del romance son más o menos los mismos en las tres culturas: atracción recíproca, personalidad afín y buena apariencia física.

El amor es un chip
La importancia de la apariencia física no es para desdeñar. "En las relaciones que se entablan a través de la computadora, usando el correo electrónico, una de las primeras preguntas es sobre el aspecto del interlocutor", señala Susana Finkel, quien está investigando el tema del amor virtual o electrónico.
Al parecer, este tipo de relaciones románticas a través de Internet son mucho más comunes de lo que se cree. Aunque pueden iniciarse casualmente en un foro de discusión, también hay gente que navega por sitios de encuentro. "Es común que luego de conocerse íntimamente a través del diálogo escrito y establecer un verdadero y profundo romance, la gente se cite para verse las caras -comenta Finkel-. Puede ocurrir una gran decepción porque el aspecto no coincide con la imagen mental forjada; a veces la relación se encarrila para el lado de la amistad, pero en muchos casos se termina formando pareja."
Este tipo de amor, lejos de representar a las frías relaciones del fin de milenio, es una vuelta al romanticismo. "Lo que cambia es la herramienta, el medio de comunicación -señala Finkel-. Pero su esencia es la del romance epistolar de las novelas decimonónicas. También se lo puede comparar con Cyrano de Bergerac, pues los nuevos amantes virtuales deben valerse solo de las palabras para seducir."
En las encendidas misivas de Internet siguen firmes los lenguajes privados entre amantes, las infidelidades (en los Estados Unidos se esta discutiendo si una de estas relaciones virtuales constituye adulterio), los regalos en el Día de San Valentín.
"Actualmente todo se acelera; en consecuencia, los vínculos también nacen y mueren mas rápidamente -opina Finkel-. La antigua etapa de noviazgo tenía su utilidad: servia para conocerse y formaba parte de una cultura en la que había que esforzarse por conquistar, por alimentar el vínculo. Los amores electrónicos, en cierto modo, significan un rescate de ese estilo mas lento, que vuelve a darle importancia al cortejo y a la comunicación."

El amor después del amor
Por qué nos enamoramos de una persona y no de otra? Las razones de la elección de "ese oscuro objeto de deseo" mezclan modelos familiares, experiencias pasadas, gustos personales, hasta el olor de la piel.
Pero sin duda hay una gran influencia de los medios de comunicación, en particular la televisión, que imponen un modelo físico determinado y casi estereotipado: es raro ver parejas protagónicas que no sean lindas, jóvenes, de buen cuerpo y vestidas a la moda. Hoy, según Finkel, "ser gordo y ser viejo está culturalmente prohibido".
Cualquiera sea la causa de la elección, después del enamoramiento, del deslumbramiento inicial, cuando se acaba ese período de campanas y cosquilleos emocionales, se puede ir en busca de otra relación estimulante (casi como un adicto necesitado de una nueva dosis) o pasar a la siguiente etapa, de un amor mas sereno y maduro.
Tal vez nos enamoramos de una persona que imaginamos y el amor surge cuando finalmente aceptamos a esa persona como realmente es. "Alguien dijo que el amor es lo que queda después que caen las mascaras -comenta Finkel-. Yo creo que siempre nos ingeniamos para quedarnos con una puesta."
Tal vez este "striptease interior" sea uno de los secretos de la permanencia, a lo largo del tiempo, del amor entre parejas. "Sus integrantes se pueden enamorar y desenamorar muchas veces; “ninguno de los dos es siempre la misma persona -reflexiona Finkel-. Es un proceso que va creando diferentes tipos de vínculos a lo largo de los años, siempre y cuando se tengan la madurez y el buen sentido de dejar que se desarrollen."
Aunque las investigaciones sigan en pañales, los primeros hallazgos son buenas noticias: a pesar de los agoreros del fin de milenio, la incomunicación, la guerra de los sexos, el SIDA y otras calamidades, el amor sigue vivito, coleando y haciendo de las suyas. Que así sea.

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